Trastornos psicológicos del siglo XXI

Trastornos psicológicos como las neurosis, la esquizofrenia o el trastorno bipolar los ha habido siempre, pero existen unos cuantos problemas que sin atreverme a afirmar que antes no existiesen, son hoy día muy habituales quizá por su especial conexión con las características particulares del mundo contemporáneo, una sociedad capitalista consumista en donde los niveles de exigencia y autoexigencia parecen estar disparados y en cierta sintonía con un mercado general de elevada competencia.

1. Estrés laboral. Estrés es toda demanda física o psicológica a que sometemos el organismo provocándole un estado de ansiedad que de no tratarse podría convertirse en un cuadro psicopatológico. En este caso, el ambiente laboral plantea demandas excesivas no acordes con el grado de asimilación del organismo, que se ve más o menos sobrepasado, generando problemas como ansiedad, insatisfacción laboral o insomnio y que pueden llevar a conductas poco saludables como el alcohol o el tabaco. Problemas como el cansancio, alteraciones del humor y del sueño y alteración de las relaciones con familiares y amigos a menudo salen a relucir en las investigaciones sobre el estrés.

2. Mobbing. Acoso psicológico, hostigamiento laboral o psicoterrorismo. Se pretende hostigar, intimidar o perturbar el desempeño profesional de una persona hasta conseguir su despido o su dimisión. El autor del mobbing toma pequeños errores o nimiedades sin importancia como elementos que le permiten hostigar y fustigar a su víctima presentándola como incompetente o torpe, minando su moral y ánimo durante varias semanas o incluso meses. En el ámbito escolar la variante se denomina bullying.

3. Síndrome del burn-out (o trabajador quemado). Burn-out es traducido literalmente como "quemarse" y es un fuerte sentimiento de vacío interior que demuestra fuertes insatisfacciones acumuladas durante largos períodos de tiempo que acaban derivando en una acusada pérdida de la alegría y la ilusión, pudiendo conducir a la depresión. En un principio estaba asociado al mundo laboral, cuando se dan condiciones poco adecuadas o saludables como largas jornadas de trabajo, excesiva monotonía o remuneraciones inadecuadas, pero últimamente también se emplea la expresión para estudiantes que se esfuerzan excesivamente y se ven "agobiados" en épocas de exámenes y, en los casos en los que se ven superados por el agobio, pueden acabar padeciendo depresión y abandonando los estudios.

4. Síndrome del impostor. También llamado síndrome del fraude, es un curioso fenómeno que afecta a algunas personas, independientemente de su carácter, aunque quizá se halle más en los tímidos. No está establecido oficialmente como un trastorno psicológico, pero se usa esta expresión en Psicología para referirse al conjunto de sentimientos y respuestas que experimentan personas que creen que aquello positivo que son o han llegado a ser no responde a su talento ni a sus capacidades, sino a circunstancias ajenas, a la suerte o las casualidades. Son personas que se infravaloran bastante. Se consideran a sí mismos como "impostores", porque ninguno de sus méritos lo creen auténtico. Se lo ha relacionado con personas que han recibido educaciones exigentes que no consienten fracasos o que no han sido lo suficientemente elogiados por sus padres.

5. Pesimismo defensivo. Es una actitud bastante común consistente en adoptar una perspectiva negativa de eventos venideros. "Prepararse para lo peor" puede estar bien como estrategia psicológica en algunos casos, pero aquí estamos hablando de personas que caen en la inacción por haberse autoconvencido de que van a fracasar antes siquiera de haberlo intentado. Puede darse sobre todo en los tímidos y en los casos en los que un nivel de exigencia muy elevado "intimide" desde el principio.

6. Bulimia consumista. Es una expresión social actual que hace referencia a la compra compulsiva y reiterada como medio de alivio de las tensiones y el estrés que generan trastornos psicológicos o condiciones sociales existentes, pero que, de manera descontrolada, puede derivar en una conducta patológica compulsiva. Y es que hay personas que se gastan auténticas fortunas y luego llegan los remordimientos o los problemas en el ámbito familiar a la hora de justificar unos gastos excesivos e irracionales. No se le concede la importancia que debería. Por ejemplo, se controla más la "cleptomanía" o robo compulsivo, cuando la esencia de la patología viene a ser la misma, solo que está mejor visto socialmente "comprar" que "robar", claro está.

7. Anorexia nerviosa. La anorexia nerviosa, junto con la vigorexia son, a mi modo de ver, trastornos de base estético-dependiente, aunque el mal primordial sean desórdenes de tipo alimenticio. En la anorexia nerviosa hay una privación consciente y voluntaria de la ingesta de alimentos conducida por una obsesión por la pérdida de peso. La causa exacta no es bien conocida, se baraja una combinación de factores de diversa índole (biológicos, culturales, rasgos de la personalidad, patrones emocionales y otros). Muy probablemente los patrones culturales que imponen determinados cánones de belleza tanto femenina como masculina vehiculen el problema.

8. Megarexia. Si le damos la vuelta a la anorexia, la megarexia la padecen personas que, al mirarse al espejo, se ven delgadas a pesar de su obesidad. Es otro ejemplo de distorsión de la realidad. Son individuos obesos que se miran al espejo y no lo perciben, motivo por el cual no hacen ninguna dieta; por eso se atiborran de comida (y no precisamente de la más sana). Creen que están sanos y se gustan. No deja de ser un trastorno alimenticio que provoca una "obesidad desnutrida", según el propio nutricionista introductor del término, Jaime Brugos.

9. Vigorexia o complejo de Adonis. Es un caso contrario al anterior que afecta tanto a hombres como a mujeres. En la vigorexia también hay una obsesión por el físico, pero en este caso más orientado hacia un desarrollo muscular mayor de lo normal y saludable. Es un trastorno alimenticio en el sentido en que en muchos casos provoca la ingesta compulsiva de alimentos (semejante a la bulimia en el acto, aunque sin remordimientos posteriores) en una dieta que además no suele ser equilibrada, ya que se centran en un consumo excesivo de carbohidratos y proteínas con reducción drástica de las grasas, provocando desórdenes metabólicos que acaban manifestándose en el humor general y que pueden agravarse con el consumo de esteroides.

10. Ansiedad de la apariencia. Algunas personas sufren lo que en psicología denominan ansiedad de la apariencia o preocupación excesiva por el aspecto y miedo a decepcionar por ello. Obviamente, a todos nos gusta agradar a los demás, pero no debemos obsesionarnos por ello. Pues curiosamente, la ansiedad de la apariencia no es tan propio de personas poco agraciadas como de gente normal o incluso personas muy bellas. Ciertamente, la valoración del aspecto juega un papel importante en la satisfacción personal, pero no tanto la realidad objetiva (cómo una persona es) como la subjetiva (cómo una persona se ve a sí misma). Por otra parte, hay estudios que establecen una correlación entre autoestima baja y complejo físico. Y si me apuran un poco, yo añadiría que estas dos últimas cosas le restan profundidad a las relaciones interpersonales, aunque solo sea por aquello del "para querer a los demás, hay que empezar por quererse a uno mismo".

11. Tanorexia. Es la obsesión por estar moreno, por "coger color", que conduce a una adicción al bronceado y los rayos UVA. El perfil suele ser una mujer de entre 25 y 35 años, aunque hay casos en los que desde los 17 años ya están obsesionadas con esto. Las personas que sufren esta obsesión nunca están a gusto con su color de piel. El término es muy reciente y no hay muchos diagnósticos al respecto, así que no hay muchos datos médicos sobre la cuestión.

12. Ortorexia. La obsesión por la comida sana, también puede ser perjudicial. El término ortorexia fue acuñado por Steven Bratman para nombrar al trastorno alimenticio consistente en una obsesión desmedida por la alimentación considerada saludable. Es perjudicial en tanto que se pierde de vista el concepto de equilibrio y, dejándose llevar por los mensajes que convierten a algunos alimentos en el origen de todos los males del Averno, dejan de ingerir ciertos alimentos considerados "poco o nada saludables" pero adoptando una dieta descompensada que puede acabar en malnutrición. Parece que la gente aún no tiene claro que hay que comer de todo. El cuerpo humano necesita para funcionar tres tipos de macronutrientes: proteínas, carbohidratos y grasas. Eliminar de la dieta las carnes grasas puede estar bien (relativamente), pero entonces habrá que sustituir la fuente de proteínas o ayudarse de sumplementación dietética, pero los nutrientes en sí no nos pueden faltar, y no todos los alimentos proveen todo.