Fue con mujeres con quienes se realizó la primera demostración de que las feromonas también funcionaban en los humanos. A un grupo de mujeres se les humedecieron ligeramente los labios superiores con algodones impregnados de moléculas del sudor de las axilas de otras mujeres de otras localizaciones geográficas. El resultado fue una sincronización de sus respectivos ciclos menstruales. El artículo ha sido publicado por las investigadoras Martha K. McClintock y Kathleen Stern "Regulation of ovulation by human pheromones" (Nature, 12 de marzo del 1998).
En un grupo controlado de mujeres jóvenes maduras, 9 recibieron placebo y 11 recibieron esencia femenina (feromonas) asignada aleatoriamente por un técnico y frotada en el labio superior bajo la nariz tres veces a la semana durante 12 a 14 semanas, período tras el cual se observó un aumento sustancial y significativo en la tendencia a mostrar comportamiento sexual semanal en el grupo experimental (el tratado con esencia femenina). No había aumento en la frecuencia del comportamiento sexual en el grupo del placebo. De esto han deducido que la esencia femenina aumenta el deseo sexual en las mujeres.
Los más famosos son los experimentos con camisetas. Camisetas impregnadas con olor corporal de distintas personas son dadas a oler en condiciones controladas a personas del sexo contrario. Las feromonas se liberan con el sudor, quedando impregnadas en la ropa. Se cree que estas sustancias son mensajeros químicos que a un nivel completamente inconsciente ofrecen información sobre el sistema inmunológico del portador a la otra persona. Podemos ver un ejemplo del experimento en el documental de la BBC Deseos profundos, de la serie Instintos humanos, en el que al siempre entrañable Robert Winston le dan a oler camisetas de varias chicas. Al parecer, existen unos genes concretos que determinan el tipo de sistema inmunológico de la persona. Las feromonas le dicen al receptor si ese sistema es similar o es diferente, es decir, si hay mayor o menor coincidencia génica respectivamente. Se supone que cuanto más diferente sea el sistema inmunológico (menor coincidencia génica), más variedad habrá y por tanto los hijos tendrán una mayor y más variada dotación inmunológica, lo que redunda en beneficio de la perpetuación de la especie. Menores coincidencias génicas se traducen en olores más agradables para el receptor. El mismo experimento para chicas puede verse en el siguiente documental de National Geographic:
El experimento que más me impactó a mí no he logrado encontrarlo. Lo vi en un documental por televisión hace algunos años, así que si alguien lo identifica, no dude en comunicármelo. En una sala de espera se impregnaban determinados asientos con esencia masculina. Luego se hacía pasar a las mujeres (que obviamente, no sabían de qué iba la historia). En la sala no había previamente ninguna persona. La idea era analizar dónde se sentaban. La tendencia estadística reflejaba que preferían los asientos impregnados. No era posible que se eligieran por cercanía o por lejanía, pues estaban salteados. Según iban pasando las mujeres y se les pedía que cogieran una revista y eligieran un sitio para sentarse a ojearla, las mujeres se dirigían preferiblemente a los asientos impregnados. En algunos casos hasta se las veía dudar, pero al final "acertaban". El experimento se repitió varias veces (se hicieron varias vueltas) y el éxito no fue del 100%, pero la tendencia estadística era esa. Aquí hay otro relacionado:
Aquí hay un artículo muy interesante y completo de divulgación sobre las feromonas y el denominado órgano de Jacobson, por su descubridor oficial, Ludvig Jacobson, si bien fue el holandés Frederik Ruysch quien lo describió por primera vez en el ser humano, en 1703, como un extraño órgano situado en la base de la cavidad nasal, muy cercano a las membranas olfatorias. El órgano estaba completamente aislado, separado por una cápsula ósea o cartilaginosa del resto del aparato olfativo. El médico danés Jacobson redescubrió este órgano en 1813 en uno de sus pacientes, y en su homenaje se le conoce hoy como órgano de Jacobson, o, más correctamente, órgano vómeronasal (OVN), por su ubicación entre los huesos vómer y nasales. En el artículo se explica que este órgano tiene forma de medialuna, y sus dos extremos se abren a la parte superior de la cavidad bucal, normalmente mediante dos conductos que se encuentran ubicados detrás de los dientes y que al parecer se corresponden extraordinariamente con la bifidez de la lengua de la serpiente, pues ambas puntas encajan exactamente en los conductos externos del órgano vomeronasal. Personalmente, creo que esto podría tomarse como prueba de nuestro paso por la etapa reptiliana en la evolución.
La existencia del órgano vomeronasal en animales es incuestionable. En humanos parece que no estaba muy claro, pero desde 1993 se viene aceptando formalmente su existencia, que no su utilidad, porque resulta que, contrariamente al de los animales, el OVN humano no presenta neuronas sensoriales que lleguen al cerebro. Es un órgano "aislado" neurológicamente, por lo que, a primera vista, no debería cumplir ninguna función. El mencionado artículo nos explica que el truco está en que según algunos estudios la conexión del OVN con el encéfalo podría estar regulada por vía endocrina en vez de neural. No obstante, las propias neuronas del olfato tienen capacidad para procesar algunas feromonas, y en este principio es en el que se basan los cosméticos y perfumes de feromonas. Pero no vayáis a pensar que son infalibles.
1 comentario:
Nadie sabe realmente si las feromonas realmente funcionan en humanos, pero sí funcionan en insectos.
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