Amar sin apegos

Tras estudiar Psicología y ejercer de terapeuta y docente, el italiano Walter Riso estudió también Filosofía y Bioética y se especializó en terapia cognitiva. Derivados de su formación y experiencia clínica, ha escrito varios artículos y libros técnicos y de divulgación orientados a la promoción de diversos aspectos psicológicos relacionados con la salud mental y la calidad de vida, destacando los que entran dentro del terreno afectivo y el mundo de las relaciones interpersonales. En este campo, Walter Riso tiene una interesante propuesta que hacernos: la de que es posible amar sin apegos, la de que amemos en libertad, sin dependencia emocional.

Un adolescente que había decidido "desprenderse amando", le envió una carta a su novia contándole la noticia, la cual ella devolvió, en una pequeña bolsa de basura, vuelta añicos. Cito a continuación un trozo de la misma:
... Si estás a mi lado, me encanta, lo disfruto, me alegra, me exalta el espíritu; pero si no estás, aunque lo resienta y me hagas falta, puedo seguir adelante. Igual puedo disfrutar de una mañana de sol, mi plato preferido sigue siendo apetecible (aunque como menos), no dejo de estudiar, mi vocación sigue en pie, y mis amigos me siguen atrayendo. Es verdad que algo me falta, que hay algo de intranquilidad en mí, que te extraño, pero sigo, sigo y sigo. Me entristece, pero no me deprimo. Puedo continuar haciéndome cargo de mí mismo, pese a tu ausencia. Te amo, sabes que no te miento, pero esto no implica que no sea capaz de sobrevivir sin ti. He aprendido que el desapego es independencia y ésa es mi propuesta... No más actitudes posesivas y dominantes... Sin faltar a nuestros principios, amémonos en libertad y sin miedo a ser lo que somos...

¿Por qué nos ofendemos si el otro no se angustia con nuestra ausencia? ¿Por qué nos desconcierta tanto que nuestra pareja no sienta celos?...

Walter Riso, ¿Amar o depender?

De los celos hablaremos más detenidamente otro día, pero la idea, que conecta un poco con algunas de las cosas que comentaba en El mito del amor eterno, es que parece que traten de vendernos una moto despampanante: la del sufrimiento o la angustia como prueba irrefutable de amor. Quizá tenga mucho que ver el hecho de que nuestra cultura es herencia, por un lado, de la religión judeocristiana, y por el otro, de la cultura grecolatina. De lo primero podemos citar como ejemplo el Evangelio de Mateo. Cuando a Jesús se le acercaron unos fariseos en Judea que le preguntaron si se puede repudiar a la esposa por cualquier cosa, el Mesías respondió:

—¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo hombre y mujer? Por eso abandona un hombre a sus padres, se junta a su mujer y los dos se hacen una sola carne. De suerte que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha juntado que el hombre no lo separe.

Evangelio según Mateo, 19,3-6 (sobre el divorcio)

Del segundo caso podemos (y quizá debemos) poner como ejemplo el origen platónico del amor, con el mito de los "andróginos" que el filósofo ateniense desarrolla en El banquete, que tanto influiría en la concepción cultural del amor cuya máxima exaltación fue alcanzada en el siglo XIX con la corriente romántica y que ha dejado su inevitable impronta en nuestra concepción actual.

Walter Riso se une así a una serie de autores que cuestionan las ideas preconcebidas que sobre el amor y las relaciones nos inculcan en la actualidad, de regusto amargo y orientación casi esclavista, y plantean, con razón, que el amor, lejos de provocar sufrimiento o angustia, debería hacernos sentir bien, sin posesiones, dependencias ni adicciones, y la clave pasa necesariamente por el desarrollo de la personalidad, hacia la autorrealización y la trascendencia. Cuando una persona, por amar a su pareja, abandona su propio desarrollo personal, renuncia a sus aspiraciones y se centra única y exclusivamente en la otra persona, se despersonaliza, en cierto modo se "suicida" en vida, deja de existir como ente propio pasando a ser casi un mero anexo o apéndice de su "media naranja". El "no puedo vivir sin ti" pasa a cumplirse literalmente. Creo que es lo peor que podría pasar, creo sinceramente que es una lástima. Una alternativa más saludable que no tiene por qué ser incompatible con el amor y con el amar, pasa por asumir que nuestra pareja es una parte importante de nuestra vida, pero no la única. Los estudios demuestran que las personas que no descuidan sus amistades o aspiraciones personales cuando se enfrentan a una ruptura, lo llevan mucho mejor que aquellos que por establecer una relación, se desconectan del mundo que les rodea, el cual se centra exclusivamente en su pareja. Es como el refrán que nos avisa de que "no es bueno poner todos los huevos en la misma canasta", efectivamente, hay que repartirlos. Walter Riso hace una reflexión (entre otras muchas) que me parece muy interesante:

Amar a una persona así es maravilloso, pero asusta, porque puede dar la impresión de ser "demasiado" independiente. Una pareja sin temores asusta a los inseguros. "Te amo, pero puedo prescindir de ti" puede provocar un infarto instantáneo a más de un enamorado. Los condicionamientos sociales han instituido una falsa premisa: amor sin miedo no es amor.

Cuando un individuo ha encontrado su autorrealización vocacional o trascendental, ama con una paz especial. No es perfección, sino tranquilidad interior. Y aunque pueda parecer sospechoso de desamor, no es así. Simplemente ha dejado que los apegos se caigan por su peso: hay deseo, pero no adicción.

Walter Riso, ¿Amar o depender?

Te amo pero soy feliz sin ti es el título de otro libro de Jaime Jaramillo que nos enseña que nuestra felicidad no depende de otra persona sino de nosotros mismos. Brindemos todos por un amor saludable, por un adecuado equilibrio entre los impulsos del corazón y la cabeza. Porque estar con alguien no debe ser incompatible con tener también tu propia parcela privada. Porque la pareja no ha de ser una parte, sino una extensión de nosotros mismos.