Es interesante lo que comenta acerca de la necesidad de establecer lo que importa y lo que no como premisa básica definitoria en asuntos éticos o morales, y como consecuencia en aquellos temas en que la Ética se cruza con la propia Ciencia, por ejemplo los problemas bioéticos. Al tratar asuntos como el aborto, la clonación o la eugenesia, las actuaciones que definamos como correctas o adecuadas dependerán en gran medida de los elementos del fenómeno en los que centremos nuestra atención al valorarlo, de lo que consideremos que importa o no importa tomar en consideración.
Por ejemplo, al tratar el tema del aborto, del que ya hemos hablado un poco en otra ocasión, dependiendo de en qué nos fijemos, podemos llegar a unas conclusiones o a otras. Precisamente la problemática en este asunto es que no todos los que lo valoran lo abordan desde el mismo punto de vista. Los que se oponen a él, se centran en la incipiente vida que está por venir. Vale, es un punto de vista, pero hay más: ¿por qué en el caso de violación sí se permite? si lo que importa es el crío, ¿qué culpa tiene éste? Sucede que en este caso lo están abordando desde otro punto de vista diferente: la salud de la víctima (tanto la física como la psicológica y social). La clonación y la eugenesia se pueden analizar de forma análoga. Como véis, todo depende del criterio que utilicemos, el cual puede variar.
¿Y cómo saber qué criterio es más adecuado? Hablaré con franqueza. En mi experiencia personal, he llegado a la firme convicción de que lo que realmente importa, lo que realmente es decisivo es nuestro propio beneficio, obrar según nuestros propios intereses, algo que parece estar mal visto en una sociedad que mantiene con suma hipocresía una serie de prejuicios heroicos heredados de tal manera que, por ejemplo, el sacrificio incondicional por los demás (aunque sea inútil) es valorado de forma más positiva que el egocentrismo cuando, en realidad, todos somos (y los que no lo son desearían serlo) egocéntricos y, hasta cierto punto, egoístas. Reivindico el derecho a mirar por uno mismo, porque en realidad, en la práctica, todos nos movemos siguiendo más o menos nuestros propios intereses (otra cosa es que procuremos hacerlo sin dañar a terceros, perfecto) por mucho que la gente se esfuerce en ocultarlo bajo los tópicos de lo éticamente correcto, e incluso me atrevería a decir que el egoísmo, al menos hasta cierto punto, es natural, biológico. La vida es egoísta. El mundo es una jungla y en las junglas la única ley de supervivencia existente es la del más fuerte (o ágil, astuto, lo que convenga). Podremos ser humanos, pero eso no cambia la naturaleza ni las reglas del "concurso". Por otra parte eso tampoco cambia nuestra propia naturaleza porque en esencia somos vida y la vida es así, dura, cruel, fría e indiferente, de una precisión casi matemática asquerosamente bella.
5 comentarios:
Valiente post y valientes opiniones las que expresas. En cierto modo, se queda a un paso de la clásica ética protestante, cuanto más mire por mí, mejor para la sociedad, que crece y se beneficia de mi éxito.
Creo que no compartes este plantemiento al 100%, y puede que, a pesar de la jungla en la que vivimos, que nos obliga a mirar en primer lugar a nosotros mismos y, solo después, a los demás, realices algunas acciones guiadas exclusivamente por llamémoslo "generosidad". Ya me contarás (y perdón por el atrevimiento).
Es cierto que soy lo que podría decirse "generoso", amable y educado con los demás, saludo siempre con sinceridad y actúo siempre "de buena fe", pero no creo que esto tenga por qué ser incompatible con la idea de mirar por uno mismo "sin dañar a los demás". En otras palabras, que todos tendemos a hacer lo que nos salga de los cojones si podemos o en la medida de nuestras posibilidades. Si algo nos beneficia, lo atraemos hacia nosotros (algunos no lo hacen y sufren por ello). Si algo nos perjudica, lo alejamos de nosotros (algunos no lo hacen y sufren por ello). Creo que es algo natural. Esto nos conduce a discutir sobre el concepto de "altruismo" y el de "sacrificio". Salvo determinadas rutinas instintivas programadas biológicamente (como tirarte a salvar a tu hijo, esposa, etc, sin pensarlo), los sacrificios que sean "racionales", con tiempo para pensar si hacerlo o no (por ejemplo, imagina que un grupo de personas que no conoces se van a morir y tú eres el único que puede salvarlas a costa de tu vida), creo que es cuestión de valores y por tanto algo cultural.
En líneas geneales me considero egocéntrico (cualidad que considero inherente al ser humano, aunque muchos lo tapen con hipocresía por razones éticas o culturales) y creo que todos somos "egoístas" hasta cierto punto, unos más, otros menos, pero si tú resuelves que a ese grupo de personas que no tienen nada contigo les folle un pez, aunque te apene un poco, ya sería egoísmo.
Lo que quiero hacer ver es que el egocentrismo no es "malo", es "natural" que cada uno haga lo que mejor le venga. Así ocurre en el reino animal, cada individuo busca su propia supervivencia, lo cual deviene en la supervivencia de la especie. Los humanos somos más complejos y añadimos una capa cultural, y en la construcción de nuestra historia social y cultural, de nuestra humanidad, podemos añadir determinados valores y al "cada individuo busca su propio beneficio", añadimos como deseable un "sin dañar a los demás" y todos contentos. No obstante, hay casos en los que necesariamente vamos a dañar a gente que no queremos dañar, tanto sin querer como queriendo. Imagina el caso de una pareja en donde la relación es sumamente dañina para uno de los dos y este resuelve, con dolor de su corazón y mayor dolor del del otro, dejarlo.
Espero haber aclarado/ampliado algo más.
Desde luego, has aclarado/ampliado bastante en un honorable esfuerzo filosófico de sinceridad.
No comparto tus apreciaciones, pero las respeto. Tu comentario deja a un lado el amor por el projimo como caracteristica propia de todo ser humano,la sensibilidad por el que sufre, el reconocer que todos tenemos los mismos derechos de ser feliz y podemos aportar en ese fin bendito sea.
El amor por el prójimo no es una característica propia de "todo ser humano", así, en plan absoluto. Por extraño que te pudiera parecer, no todo el mundo tiene empatía o sensibilidad por el sufrimiento ajeno, y desde el momento en que esto es así, ya no puede ser una característica extrapolable a todos por igual.
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