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23/2/11

Creencias, razones y supersticiones

Confieso que les tengo manía personal y persecutoria a las supersticiones. De hecho, siempre que tengo ocasión, las desafío, a ser posible delante de gente supersticiosa. Me divierte ver la cara de susto que ponen cuando derramo "sin querer" un poco de sal. Mi favorito es cuando llueve y aprieto disimuladamente el botón que despliega el paraguas en la cocina. También es divertido inventar nuevas supersticiones, es un método persuasivo sumamente eficaz con la gente supersticiosa. Si no quieres que un supersticioso haga alguna cosa en concreto, nunca digas "no hagas esto porque -y aquí iría la explicación razonable-", di: -"no hagas eso porque trae mala suerte" y pon cara de susto mientras le reprendes. Oye, mano de santo, se frena en seco y no lo vuelve a hacer en la vida. Angelicos...



El caso es que yo, en mi cruzada personal contra la superchería, lo paso mal porque tengo que anotar muchos detalles (aquí podéis ver una lista gráfica de las supersticiones más populares -la 20 es la que explica el auge del mp3 xD): tengo que acordarme de levantarme de la cama posando primero el pie izquierdo, dormir todas las noches con los calcetines puestos (y en verano os aseguro que no mola nada), busco por la calle escaleras y andamios para pasar por debajo como un poseso pero no siempre encuentro obras (¡qué fácil lo tenéis los que vivís en Madrid, cabrones!). De todas formas no penséis que voy a lo loco: antes de pasar por debajo de una escalera o andamio, compruebo primero la integridad estructural por si las moscas... Algunas no las puedo hacer porque no me salen rentables: no es plan de dejarme medio sueldo todos los meses en espejos. En fin, una lata, pero nada, que no hay manera de tener mala suerte. He vendido ya algunas cosas que me han sido regaladas y lo peor que me ha pasado es que he sacado un buen precio por ellas. No hay derecho. Estoy empezando a pensar que esto de la mala suerte es un timo o, en el mejor de los casos, una cuestión de perspectiva, es decir, de ver un poco lo que queramos ver y no lo que es en realidad, lo cual, a su vez y en mi opinión, tiene que ver con las creencias que uno tiene arraigadas en lo más profundo de su intrincada mente.

El problema que yo veo en las supersticiones es que, por un lado, son contrarias a la razón y aceptar algo contrario a la razón sin cuestionarlo fomenta el conformismo, la pereza mental y el inmovilismo en la ausencia de criticismo o escepticismo, lo cual puede favorecer "lavados de cerebro" muy lucrativos para los charlatanes y vendedores de humo, y de paso también para los políticos y los medios de comunicación. Es decir: no cuestionarse las cosas, no estar acostumbrados a pensar, genera ovejas, gente fácilmente influenciable. Y son contrarias a la razón porque establecen relaciones causales de tipo sobrenatural entre las cosas. Implican que dos acontecimientos están relacionados entre sí por acción de entidades que varían según las creencias que sean, desde el destino a los espíritus, pasando por los astros. La cosa se agrava más aún cuando comprobamos que muchos supersticiosos ni siquiera son consecuentes con sus propias supersticiones, encontrándonos a personas que al tiempo que creen en la mala suerte también creen, por ejemplo, que el destino está escrito. Racionalmente son dos ideas contradictorias entre sí porque si el destino está escrito, éste no va a cambiar aunque me ponga a romper espejos como si no hubiera un mañana. En algunos casos están mezcladas con creencias religiosas. ¿Es compatible creer en Dios con creer en la mala suerte? Mala noticia para los creyentes supersticiosos: creer en Dios viene a ser lo mismo que creer que el destino está escrito, pues el destino es entonces lo que Dios sentencie que sea, independientemente de que derrames la sal, el aceite o el vinagre.

Pienso que la clave última está en una posible creencia básica de partida, la que lleva a todas las demás, la "creencia-madre": la idea de que no todo tiene una explicación científica o racional, o algunas cosas pueden no tenerla, pudiendo haber entonces una explicación sobrenatural que por tanto es fantástica. Este hueco permite ser rellenado con supersticiones y creencias irracionales de todo tipo, porque en este pequeño hueco el filtro ya no es el pensamiento crítico y escéptico. Éste obliga al cuestionamiento sistemático, exige pruebas de todo y por "pruebas" no vale cualquier cosa, ni siquiera experiencias personales aisladas, solo experimentos realizados en condiciones controladas, objetivas y repetibles. El método científico en definitiva. Es un no dejarse engañar nunca por las apariencias y buscar siempre la explicación científica sin caer en asociaciones fáciles y seductoras de tipo "si hice X y luego pasó Y, entonces X es la causa de Y", que es el origen de muchas supersticiones. Por otro lado, aunque sucediera alguna vez que siempre o casi siempre que pasa Y, X anda cerca, hay que tener claro que correlación no es igual a causación, es decir, que en todo caso podría haber una relación, pero aún habría que determinar de qué tipo. Ese pequeño hueco que se deja abierto a la fantasía tiene otro inconveniente: la inseguridad y el miedo que generan estas creencias irracionales, a veces incluso obsesivas. Y en mi opinión ese miedo es justamente por esto mismo, porque dejar abierta la puerta a la sinrazón genera miedo, pues el hombre siempre temerá lo que no comprende. Pero digo yo que si no sabemos o entendemos algo, podemos al menos tratar de informarnos sobre el asunto en lugar de encerrarnos en nuestra feliz ignorancia.

Ejemplo:

Marcos va todos los viernes al mercado a comprar su refresco favorito y lo guarda en la nevera. Tras beberlo bien fresquito, el sábado o el domingo cae enfermo, pongamos que de gripe. Una rápida pero errónea conclusión podría conducirnos a asociar el "beber el refresco frío" con la enfermedad, es decir, que la causa de ésta sea la baja temperatura del refresco. La realidad tiende a demostrar que las relaciones suelen ser más complejas y que necesitan de un análisis más pormenorizado: de lunes a viernes Marcos tiene que ir a clase, donde tiene que compartir espacio (y aire) con otros chicos y chicas como él, algunos de los cuales tosían y estornudaban mostrando posibles síntomas gripales. Marcos pudo contagiarse en la escuela y, tras un oportuno período de incubación, desarrollar la enfermedad a justo a tiempo para que parezca que la causa es el refresco, el único elemento atípico de la ecuación para su madre o abuela. Obviamente, ni su madre ni su abuela saben cómo se transmite una enfermedad infecto-contagiosa ni lo que es un período de incubación.

Y como estas, en mi humilde opinión, muchas. Algo malo debió de pasarle a alguien del que, quien más cerca estuvo de él, lo último que recuerda es que pasó por debajo de una escalera (o vio un gato negro, o derramó la sal, o rompió un espejo, o abrió un paraguas dentro de casa, etc). Luego, esta primera declaración puede verse "confirmada" por otra gente en parte por sugestión, de tal manera que quien lo oye "busca" en su memoria indicios de lo mismo, los mismos hechos, sin analizar siquiera si las condiciones son equiparables. Es el -Oye, pues ahora que lo dices, Marisa, el otro día en la pescadería... En el mismo principio se basan también los videntes y adivinadores del futuro. Han desarrollado una extraordinaria habilidad para interpretar a las personas, el resto lo hacen los propios clientes por sugestión acomodando los recuerdos (de los que la moderna neurociencia nos dice que son un proceso creativo y no un almacenamiento exacto como el disco duro de un ordenador) a las palabras de la pitonisa, un poco también como hacen los creacionistas acomodando la realidad a la Biblia en vez de examinarlo al revés, que sería lo razonable.

Y esta es la inteligencia de andar por casa, el alarde de soberbia y el increíble acto de estupidez humana que conduce a que nuestras madres o abuelas no puedan leer un manual de Medicina porque tienen todos los síntomas que lean, de la A a la Z. ¿Para qué vamos a consultar con expertos si ya tenemos la soberbia de creer que, con lo que tenemos, podemos resolverlo o diagnosticarlo nosotros mismos?

Esa es, en mi opinión, la primera elección que hacemos, la primera decisión importante que tomamos, para muchos puede que incluso sin pararse a pensarlo, y creo que lo hacemos bastante pronto y esta creencia central condiciona la instauración de muchas creencias posteriores que se construyen sobre ella. Esta cuestión se agrava cuando, además, sabiendo cómo funciona nuestro sistema nervioso central, y que las creencias previas condicionan también nuestras percepciones, en función de lo que creamos cribaremos también la información de que dispongamos y tenderemos a interpretar las cosas de forma congruente con esas creencias, tomando más fácilmente la información consonante o fijándonos más fácilmente en los detalles que tiendan a corroborarlas que en los que tiendan a cuestionarlas. A esto es a lo que debe de referirse un poco el profesor Hood cuando afirma que las creencias irracionales no se pueden eliminar y que, de hecho, el cerebro funciona un poco supersticiosamente. La lista de prejuicios cognitivos, las "trampas mentales" en las que podemos caer, y de hecho caemos a menudo, es muy larga.

Sin embargo, la opción "todo tiene que tener una explicación científica" no tiene por qué conducir a posturas tercas y petulantes como sucede con mucha gente supersticiosa que hasta se ofende si insinúas que pueden estar equivocados. En realidad, la correcta aplicación del razonamiento científico no permite afirmar más allá de donde las pruebas lo permiten, por lo que más que un "no creo en supersticiones", por ejemplo, sería un "sin afirmarlas ni negarlas, no tengo razones para creerlas", la misma respuesta que aplico para la existencia de Dios y de muchas otras cosas.

Para leer:

Entrada en la Wikipedia sobre las supersticiones

4 comentarios:

Inés G. de Castro dijo...

Yo tampoco creo en la mala suerte...pero si es verdad que ciertaws supersticiones tienen un "sentido". No vas a tener mala suerte por pasar por debajo de una escalera...pero si hay alguien sobre ella trabajando, peude ocurrir que te caiga encima una herramienta, pintura o lo que sea. :P

Rober dijo...

Eso ya no es superstición. Hacerlo por ese motivo, que SI es razonable, ya NO es por superstición. Es como si ahora se inventase la superstición de no ir muy pegado a las paredes de los edificios porque trae mala suerte; también le podemos buscar un sentido: evitas que te caigan macetas encima. No critico la ejecución de actos que se hagan por motivos razonables, critico los que se hacen por "creencias". Puedo conceder que algunas supersticiones puedan suponer motivos añadidos de prudencia para los ignorantes que no tienen suficiente capacidad para darse cuenta por ellos mismos del verdadero peligro. De todas formas, lo de la escalera se ha extendido también a los andamios de las obras en las que pasas por debajo también a modo de túnel, donde la seguridad es infinitamente mayor que en una simple escalera apoyada contra la pared, la cual los supersticiosos evitan pasar por debajo aunque no haya nadie subido encima...

Inés G. de Castro dijo...

Tienes razón. EL problema es que con mucha gente, que no atiende a razones, se recurre a estas "estrategias". Es como conseguir evitar que se coma cerdo en algunas regiones del mundo: si les dices que pueden coger triquinosis, te mandan a la mierda...ahora diles que su religión lo prohíbe...ya verás los resultados tan buenos que tienes. Es triste, ¿verdad?

Aina Rotger Vives dijo...

Yo soy super tonta con eso, mira que no creo pero lo tengo tan arraigado en el fondo de mi sinrazón que cuando veo un gato negrto que se mecruza no opuedo dejar de tocar madera.

 

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